Gira la Rueda, Ayra Alseret

Cae la noche, y la Luna hace acto de presencia sobre mi casa. Mientras estoy sentada en los escalones de la entrada, pienso en las noches que me he sentado a mirar la Luna, y a pensar el el girar de la Rueda.

Pienso en la oscuridad, generadora de la existencia, pues todo viene de la más profunda oscuridad, nos gestamos en un vientre oscuro, la semilla nace en la profundidad de la tierra, el huevo (o el Huevo, guiño, guiño) están en completa oscuridad. Y es que la luz, siempre aparece después, en todos los mitos, y por algo será.

Los ciclos se suceden, como el día sigue a la noche, porque si lo pensamos, todo es cíclico en la vida y la existencia, con más o menos acierto, la vida se repite en estos ciclos que giran. Vivimos situaciones parecidas, nunca iguales, aunque a veces nos lo parezca, porque hay un aprendizaje; pero la Rueda del año, gira trayendo momentos iguales que nos sintonizan con la vida y la naturaleza. Cuando pensamos en el por qué de cada festividad, pensamos en la vida que nuestros ancestros vivieron y cómo buscaron dar una explicación a todo aquello que les rodeaba.

Reocogerse, salir, plantar, cosechar, recogerse… Y aunque a veces, el cuerpo nos pide recogimiento en momentos de plena luz, la Naturaleza nos grita que este momento es de crecimiento. Es quizás la forma de la Existencia de recordarnos que hay un momento para cada cosa, y que cada cosa tiene su lugar.

Observo la Luna, y veo la Rueda. Pienso en todo lo que ha cambiado mi vida con su girar en los últimos meses, en las bendiciones, las puertas abiertas, las cerradas, los silencios obstinados, las risas y el dolor. En todo hay un aprendizaje.

Bajo la mirada de la Luna, regente de la noche, que da inicio y fin a todas las cosas, es cuando mi mente se activa.

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