Una Mirada Intima Sobre El Dolor Ritual por Amanda Silvers

Una Mirada Intima Sobre El Dolor Ritual,  por Amanda Silvers.

Una persona no puede ser a la vez creativa y conformista.” J.R. Meyer, “Brick Wall”.

Era negra noche cuando nos pusimos en camino, la única luz emanaba de la luna fría y plateada. Yo estaba atada, mis ojos vendados, des de que partimos. Me preguntaba dónde íbamos, puesto que una de las reglas era que yo no lo debía saber antes de sufrir la prueba – a condición de que yo llegara. La noche era clara y fría, y yo no pensaba en otra cosa que el nudo en mi estómago, en mis rodillas que temblaban.

Llegamos al sitio previsto: se siente ligeramente el heno, tal vez el ganado. Hace frío, el aire es fuerte, empiezo a estar angustiada, debería haberme abrigado más.

Entramos en un edificio, la venda irrita mi cara, no veo nada pero hace mucho calor, y siento que hay otras personas. Oigo un fuego que crepita. Alguien me quita las ataduras, mi abrigo, mis guantes, los demás permanecen en silencio, hasta la orden brusca: “Quítate las ropas!” En ese momento, deseo estar en cualquier lugar menos en este. Me estoy helando, y ellos quieren que esté desnuda? Recuerdo vagamente que me habían dicho que se trataba de un ritual que implicaba la desnudez, lo había olvidado.

Estoy desnuda, y tengo mucho calor, pero aún tengo la impresión de no tener demasiado calor. Me arrodillo sobre el suelo, que parece estar hecho de planchas rugosas e irregulares. Me duelen las rodillas, las tibias, los brazos, y hay en mi espalda un dolor que aumenta segundo a segundo. Cada vez tengo más frío, y el vello de mis hombros y mi nuca está erizado como el pelaje de un perro. Percibo movimientos: ellos vienen a buscarme.

Tengo miedo, me digo que olvide esto, que en realidad no quiero vivir esto. No tengo ni idea que lo que iba a pasar y mis peores miedos desfilan ante mis ojos mientras que alguien me ayuda a levantarme de nuevo. Mis piernas anquilosantes protestan crujiendo cuando intento mantenerme en pie. Espero no haber cometido un error de juicio, todos las advertencias de mi padre vuelven a mi memoria, escenas de Rosemary’s Baby, todas esas historias de “Satanistas” vuelven a mi cabeza. ¿Puedo confiar en estas gentes? ¿Las conozco lo suficiente? Me doy cuenta que en el punto en el que estoy no tengo otra elección. Entonces les sigo allí dónde me llevan, guiándome cuidadosamente, diciéndome donde ir, cuando detenerme.

Estoy ahora en el círculo… no, aún no, estoy al lado. Puedo sentir la presencia de una docena de personas aproximadamente. Percibo su respiración, su excitación. En todo momento tengo miedo, me agito, tiemblo como una hoja. Oigo la voz de la Sacerdotisa: es familiar, y esto me tranquiliza. La oigo preguntarme si quiero continuar. Vacilo, luego respondo débilmente “sí”. Y entro en el círculo. Sé que acabo de entrar porque hace mucha calor, y siento que está cerca, a mi alrededor. Me siento momentáneamente segura, luego recuerdo el motivo por el que estoy allí.

Prosigue el ritual, ciertos episodios me son familiares, y paso cada pregunta. Respondo las cosas adecuadas por algún milagro de mi memoria o de mi subconsciente, luego llega el momento de la prueba. Alguien me pide de nuevo que me arrodille en el suelo rugoso e desigual, me ata las manos a la espalda, estoy atada en una actitud de súplica cuando siento el cuero del flagelo.

El flagelo se levanta, un silbido, luego vuelve a caer chasqueando y cortando la piel de mi espalda como si fuera mantequilla, tengo la impresión de sangrar. Siento el dolor, y el dolor de mi infancia viene con él, sale de las profundidades de mí misma. Esto vuelve hirviendo a la superficie así como yo cuento los golpes y espero cada vez que sea el último. Siento las lágrimas surgir de mis párpados cerrados, bajo la venda. Me pregunto si ellos quieren que llore, pero un nuevo golpe corta este pensamiento. Dejo brotar las lágrimas. Dejo que mis emociones surjan, y gimo como un animal, un gato. Rujo, y resisto al deseo de escapar mientras siento mi cuerpo cobra más y más calor. Pienso que ahora debo sangrar realmente, y ruego a la Diosa que haga que se detengan, puesto que cada uno de ellos me golpea cruelmente. Siento que empiezo a salir de mi cuerpo, y oigo a mi Sacerdotisa decir: “Permanece con nosotros, querida, pues todo fracasará si ye vas”. Intento entonces concentrar mi energía, llevando todo mi peso hacia las rodillas. Y la flagelación continúa.

No sé cuantas veces fui golpeada esa noche allí. Al fin, me sorprendió mucho no haber llegado a sangrar. Tenía la impresión de que el flagelo cortaba mi piel. Había algunas marcas que tardaron uno o dos días en desaparecer, yo las llevaba como insignias de mi coraje. Tal vez fue el miedo lo que hizo tan dolorosa la experiencia, o puede ser que esa noche pasaran más cosas de las que soy capaz de explicar.

En la época en que este ritual tubo lugar, yo era joven y llena de mí misma, lo creía saber todo. Este no fue, evidentemente, el caso, y lo importante, es que esta iniciación me sirvió para tomar conciencia de esto. Yo había empezado en la Wicca sin tomármela demasiado en serio, pero después del ritual me sentí cargada cambiada; yo era una persona diferente de la joven que había deseado esa noche allí. Sabía que había resistido, y mi dolor de infancia había sido gastado, como tantas otras cosas, en el pago de mi inocencia.

Los humanos han empleado, y continúan empleando, el dolor ritual para fines diversos: como ceremonia de purificación, como medio para alcanzar un estado alterado de conciencia, como técnica de proyección astral, para sanar el sufrimiento pasado, y como una prueba –dolor y resistencia-antes de pasar de un nivel a otro, como en el caso de mi primera iniciación. ¿Por qué empleamos el dolor de esta manera? Como dijo Doreen Valiente: “La razón por la cual usamos el flagelo, ¡es que esto funciona!” El dolor es una técnica comprobada en lo que atañe a alcanzar el subconsciente, hacer aumentar la energía y conocer los estados modificados de conciencia.

El dolor se emplea como marca en los ritos de pasaje. “Los Olmecas, antigua civilización precolombina, muestran los ejemplos más ancianos, y las ilustraciones más pintorescas, de sacrificio genital” afirma Wes Christensen. “Una remarcable pintura mural, encontrada en una gruta del actual estado mexicano de Guerrero, muestra un jaguar agazapado, símbolo del sacerdote-rey en la antigüedad, emergiendo de las mandíbulas estilizadas de una serpiente cuyo cuerpo se muestra, a su vez, como un enorme pene hipertrofiado de un ser humano. La obligación del sacrificio sangriento fue una que los Mayas compartieron ulteriormente con otras culturas, habiendo heredado los esquemas ceremoniales de los Olmecas”.

Un similar rito de pasaje continúa hoy en día: la circuncisión es un ritual religioso, practicado tanto en la antigüedad como en la actualidad, sirviendo para marcar la transición de la adolescencia a la edad adulta. Hoy en día es practicada en la comunidad judía como ceremonia religiosa. La practica contemporánea, corriente, de la circuncisión médica es un ejemplo de como una sociedad puede adoptar un ritual religioso y cambiarlo en procedimiento médico.

E. Royston Pike lo afirma: “La circuncisión era ya practicada por los Antiguos Egipcios en la Cuarta Dinastía, unos 3000 años antes de la era común. Y su origen es sin duda más antiguo aún. La ceremonia está claramente representada en un templo de Tebas. La circuncisión debe ser considerada como una marca, un símbolo ritual tribal.”

Los tatuajes tribales, las de las “bandas “, son populares entre los jóvenes como marcas de su pertenencia, el dolor les sirve igualmente de ritual para entrar en la banda. El individuo es llamado a “saltar el paso”, y la banda provoca y golpea al iniciado hasta que este abandona o no puede moverse. Ciertas personas mueren en esta iniciación. Esto prueba su nivel de compromiso en la banda, así cómo hasta que punto son duros. Ellos llevan fieramente los tatuajes de su banda, para mostrar que pertenecen a ella.

La capacidad del cuerpo para ultrapasar la sensación de dolor es increíble; cuando nos hace daño algo, creamos sustancias naturales más poderosas que muchas drogas. Ciertas personas se convierten incluso en “adictos” al dolor y a las modificaciones corporales, como con una droga. El Faquir Musafar es uno de los “body players” más extremos que yo he encontrado, el estaba entrenado en todas las modificaciones y rituales corporales posibles desde los años 50. Una vez, consiguió reducir su talla a sólo 14 pulgadas, reproduciendo el ritual de los Ibitoe de Nueva-Guinea, que emplean el itiburi (un gran cinturón) como signo de virilidad. El Fakir afirma que se convirtió en “un Ibitoe para ver lo que era, y volví encantado de la práctica… El entrenamiento a la talla estrecha de los Ibitoe les enseña que uno no es su cuerpo, que sólo se vive en él” Él añade: “Los tiempos han cambiado, las gentes han cambiado. Tal como yo veo las cosas, las gentes tienen una desesperada necesidad de estos rituales; es por esto que el piercing y el tatuaje se han desarrollado. La gente tiene necesidad de rituales corporales, de tribalismos… Les hace falta obtener esto, de una u otra manera.”

La mayoría de los rituales efectuados por el Faquir son recreaciones de rituales tribales que han sido realizados durante cientos de años, tales como los de los saddhous indios que cosen cocos por todo su cuerpo, cosen los frutos con cadenas en su espalda, o se cuelgan de ganchos en su espalda. El Faquir lleva pesos en unos ganchos en su espalda, se pone pinzas de ropa por todo el cuerpo, balancea un peso importante al principio de su cola o se acuesta sobre un lecho de espadas afiladas como navajas de afeitar. Él ha efectuado numerosas reconstrucciones de estas prácticas, apoyadas por una documentación visual.

Cuando alguien le pregunta porqué quiere hacer estas cosas extremas, el Faquir responde: “Nosotros sufrimos todos de un montón de condicionamientos represivos, de los que uno no puede deshacerse de un modo puramente mental. Hay principalmente relación con la sexualidad y la energía sexual. Si reparáis en las prácticas de otras culturas, podéis estar seguros de encontraros implicados con mucha sexualidad en otros estados y apariencias que, incluso, no son reconocidos como existentes en nuestra cultura. Y una buena respuesta chamánica al porqué de estas cosas, es que estas cosas son divertidas! Entonces, cuál es el problema? Hay una ley contra el hecho de reír a carcajadas?”

El Faquir es también uno de los pocos hombres blancos que han realizado la ceremonia de Danza del Sol O-Kee-Pa, en el transcurso de la cual el individuo atraviesa la carne de su pecho y pasa a través de garras, cuernos y ganchos, y se cuelga de esta manera del árbol de la Danza del Sol hasta que la piel se rompe y él cae, pudiendo durar este proceso muchas horas.

Esta ceremonia era ilegal y relativamente desconocida por los hombres blancos antes de la película “Un hombre llamado Caballo”. Luego, el Faquir y su célebre asistente-perforador Jim Ward realizaron en 1985 la película “Dances Sacred and Profane”, dentro de la cual incluyeron la ceremonia O-Kee-Pa.

George Caitlin, en “O-Kee-Pa : A Religious Ceremony, and Other Customs of the Mandans”, publicado en 1867, escribió : “Un pulgar o más de la carne de cada hombro, de cada lado del pecho, era tomado entre el pulgar y el índice por el hombre que tenia el cuchillo, cuchillo que había sido tallado y mellado con la finalidad de hacer el mayor mal posible, y que era pasado a la fuerza bajo la carne pinzada por los dedos, seguido por un espetón que el otro asistente pasaba a través de las heridas (bajo los músculos, para evitar que sean arrancados) que se le habían hecho. Había dos cuerdas que eran bajadas desde arriba de la cabaña y luego atadas a estos espetones, seguidamente se empezaba a alzarlo. Se continuaba hasta que el cuerpo no tacaba en nada al suelo… La fuerza moral con la que cada uno de ellos tomaba parte en esta tortura era verdaderamente difícil de creer” La ceremonia era algunas veces ilegal, el gobierno intentó proscribir los derechos de los Indios a sus rituales religiosos. Algunos de estos derechos no fueron recuperados, por vía judicial, antes de 1967.

La asamblea se hacía a cada reunión estival o Danza del Sol. Para tomar parte del ritual, se debía ser Indio, y cada año cambiaban el lugar donde se producía el acontecimiento. He hablado de la Danza del Sol con diversas personas que la han efectuado, y he visto las crueles cicatrices que los espetones habían dejado al romper la piel. Esta escarificación es un símbolo llevado por aquellos que efectúan los rituales sagrados, un testimonio de la experiencia, una medalla al coraje, una impronta en la piel del clima de sus vidas.

Cuando pregunté a Oso Soñador sobre las razones por las que él había realizado la ceremonia de la Danza del Sol, él me narró su experiencia: “Nuestras personalidades son las únicas cosas que tenemos para sacrificar. Todas las otras cosas que ofrecemos a los dioses vienen de la tierra; y es una manera de restituir a la Madre alguna cosa que no hemos tomado de Ella. De este modo se uno derrama su sangre, y soporta el sufrimiento, como ofrenda a Ella”.

Todo retorna: nada nuevo bajo el sol. En muchas culturas, encontramos gente inflingiendo sufrimiento a ellos mismos o a otros. Con el Sadomasoquismo (SM), recientemente convertido en un fenómeno cultural, esta práctica sexual /sensual parece haber re-evolucionado. Esto mismo se ha convertido en un extraño capricho en el transcurso de los últimos 10 años. En las décadas de los 70 y 80, era hacía falta buscar mucho para encontrar algunos tenues fetichistas, pero hoy en día Madonna ha hecho del fetichismo una importante corriente de moda. El cuero negro claveteado y las cadenas aparecen más a menudo en la alta costura francesa que en ciertos bares gays. No se trata de una simple moda, esto no seria interesante, sino que el SM se ha convertido en una tendencia sexual proveniente de la alta sociedad y las clases medias.

Poco importa vuestro estatus social o vuestra educación, soportar el sufrimiento puede otorgaros una increíble sensación de poder, poder sobre el propio cuerpo, poder sobre vuestro entorno. Si puedes por igual rechazar el dolor o sentirlo, o reaccionar ante él, puedes controlar tu vida.

La toma de poder que existe en el SM, la he encontrado también en otros lugares. Ciertas actividades SM pueden ser percibidas como “sacrificio” ritual, la persona torturada sacrificando su poder, su dolor o su sangre, a la persona que la agita, la golpea o la traspasa. Ciertas personas entran en el SM por las endorfinas y la “embriaguez” producidas por la persona sumisa (golpada, etc.), comunicándose por empatía a la persona dominante que se convierte, a su vez, en ebria. Esto puede ser válido también por lo referente a otras personas que se encuentran en situaciones en las que deben inflingir dolor, como los febotomistas, los terapeutas corporales, etc.

¿Cuál es el encanto del sufrimiento? ¿Porque los jóvenes de hoy en día se hacen piercings por todas las partes posibles, incluso en lugares inconfesables? ¿Porque el tatuaje? ¡Hablamos de dolor! También soy artista tatuadora, y me embriago formidablemente con el dolor de mis clientes, inevitable con mis instrumentos. Me lleno con su energía, sus endorfinas, durante el tiempo que ellos quieren o pueden soportar. Esto es muy placentero, una manera inofensiva de experimentar esta embriaguez, y ellos también sacan algún provecho. Es muy superior a las drogas, me pagan por esto, esto es súbitamente deseable, de un modo un tanto perverso! Un tatuaje, como la marca de un rito de pasaje, es una experiencia maravillosa, en la que se puede sentir el verdadero sufrimiento como una prueba, nunca imposible de superar, dejándoos un espléndido recordatorio de vuestro proceso, de vuestra transición.

La Wicca posee su propia interpretación del dolor en un cuadro ritual, muchas tradiciones emplean la flagelación. Doreen Valiente afirma: “Ha habido frecuentes rumores acerca de la flagelación ritual de los brujos en nuestras ceremonias. La verdad es que ciertos Covens la emplean, otros no. Por otro lado, aquellos que la emplean tienen las garantías de la antigüedad tras ellos, y este es un tema que ha sido hasta ahora eclipsado por las dificultades que tienen los antropólogos y los estudiantes de religión comparada para discutir francamente el tema. La razón de esto parece ser que, aunque los moralistas rígidos no tienen ninguna objeción a la flagelación, y de hecho inflingir dolor y sufrimiento les parece bien cuando es un medio de castigo y penitencia; la idea de emplear este anciano rito tradicional de una manera magicka, no para dañar sino en el cuadro de una ceremonia de fertilidad, parece molestarlos por alguna razón.”

Para aprender, hará falta sufrir y ser purificado. ¿Estáis dispuestos a sufrir para aprender?

The Encyclopedia of Witches and Witchcraft afirma que “los místicos religiosos han empleado la flagelación durante siglos. En la brujería, en principio, ésta es ligera, lenta y regular. Todas las tradiciones (en brujería) no emplean el látigo. Su empleo en aquellas que la practican ha declinado desde los años 60.” La razón por la que, en principio, la flagelación debe ser lenta y regular, desde mi experiencia, es que ella debe hacer elevar la energía. Esto empieza lenta y suavemente, y con el tiempo aumenta en ritmo e intensidad, haciendo amentar el éxtasis del neófito. Imaginad una música que empieza lenta y suavemente, y luego se orienta hacia un cercendo. Esto es algo parecido.

En los rituales Gardnerianos y Alejandrinos, el látigo es bastante empleado voluntariamente para elevar la energía; existen numerosos ejemplos en diversos tipos de ritos donde esto es oportuno, como los de iniciación al tercer grado. El Gran Rito de Gardner incluye tres flagelaciones secuenciales. Ciertos hacen remarcar que el estaba demasiado tentado por el ascetismo ritual y piensan que él era “perverso”.

Doreen Valiente replica a esto: “Lo que describió el viejo Gerald, es una manera muy práctica de hacer magia(k). Hablo por experiencia cuando digo que se hace y que está prohibido hacer, y me río de lo que las gentes puedan decir acerca de la “perversidad”. Puede ser que se haya asociado a cuestiones sexuales “perversas”, pero hace mucho tiempo que forma parte de muy ancianas prácticas místicas y magic(k)as. Se encuentran mencionadas en la Grecia y el Egipto antiguos, y sin ninguna duda os es familiar la célebre escena de la Villa de los Misterios, en Pompeya, mostrando un nuevo iniciado soportando el flagelo, que es mencionada por Gardner en Witchcraft Today.” Doreen añade : ” Al principio, no me gustaban las secciones de ataduras y flagelación en los rituales, pero las acepté cuando vi que funcionaban. Esto hace verdaderamente elevar el cono de poder y permite tener flashes de visión clarividente.”

En mi tradición, la Sylvestre, empleamos la flagelación ritual para ayudar a danzar al rededor del círculo, cada vez más rápido. El Gran Sacerdote y la Sacerdotisa se mantienen en el borde del círculo de danzantes y nos golpean, a fin de hacernos avanzar de una manera cada vez más frenética para elevar la energía. Nosotros actuamos en una tradición en la que la desnudez puede ser empleada, y, cuando la danza llega a su apogeo, la Sacerdotisa hace una señal y nosotros caemos al suelo como ella se adentra en el cono de poder. Hoy en día, nosotros no trabajamos demasiado desnudos, ni danzamos de una manera tan frenética alrededor del círculo. Pero continuamos empleando diversos métodos en los que el dolor juega un rol de útil, como en ocasiones de una prueba o de una iniciación.

Encuentro fascinante que cada vez más personas estimen que el dolor constituye un útil apropiado, cuando se trata de “primitivos modernos”, de amerindios, o de brujos SM. Parece que, a nivel de nuestra cultura nacional, estemos en la búsqueda de nuestros rituales perdidos. La humanidad empieza a reinventar numerosos rituales y costumbres, ciertos de ellos incluyendo el sufrimiento.

El dolor puede actuar como una puerta a otras dimensiones, puede llevaros a lugares en los que jamás habéis estado. Es algo que puede realmente encender las cosas en tu interior. La iniciación que he descrito me hizo pasar de la infancia al estado de la verdadera disciplina. El dolor me ha cambiado de diversas maneras en otros tiempos y otros lugares. Si podéis soportar, triunfáis. He empleado el dolor como medio de crecimiento, para ejercicios sensoriales, pare llegar a estados de éxtasis, como medio de iluminación, para el viaje astral, para la exploración interior, como medio para resolver los dramas de mi evolución personal y para revivir mi pasado, sanarme de él. Estas ceremonias existen desde el principio de los tiempos, los humanos tienen de ellos una profunda necesidad, y negarlos seria negar nuestras divinidades.

En el centro del círculo se tiende un hombre. Alguien lo ha llamado, él ha pronunciado los votos. Alguien le pregunta si desea la purificación y la marca. El dice “sí” con una voz firme y segura. Se acercan a él, viniendo de tres direcciones diferentes. Hay un hombre y una mujer tras él, a cada lado, para sostenerlo, soportarlo.

“Por el fuego que te da la fuerza, por el agua que estanca tu sed, por la tierra que guarda los secretos de la existencia, por el aire que te inspira, por aquellos que ven desde el más allá y participan de su magia, el último estado de tu purificación ha llegado… debes llamar a todas tus fuerzas para poder alcanzar el centro.”

La tercera mujer se enfrenta a él y tiene un tizón ardiente, escarlata. La estrella llamea un momento antes de que ella la presione contra su pecho. El hedor de pelo quemado, el perfume de la carne calcinada, y está hecho. Él no llora. Se lo llevan, miradlo: tiene una sonrisa de loco, imposible de superar.

Él estará en adelante en el centro de los dioses. Esta es una noche que siempre recordará, especialmente cuando contemplará la cicatriz en forma de estrella a la altura de su corazón.

En un instante, en el dolor, él fue uno con los dioses. Si el sufrimiento puede ayudaros a alcanzar el centro, ¿porque no emplearlo? ¡Yo os digo que esto no puede hacer ningún mal!

© Amanda Silvers.

Autor: Amanda Silvers

Fuente: Perroaullador.org

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