Archivo por meses: mayo 2015

Aniversario, por Tiné Estrella de la Tarde

Como toda historia, la mía, tiene un principio. Pero en este caso, no creo que tenga lugar el final.
Hace muchos, muchos años, cuando yo era otra persona, me topé con el “Santuario de Hécate” en Sevilla. Mi vida estaba literalmente en crisis. Todos los aspectos de mi vida estaban muriendo y no veía lugar al renacimiento. Por aquel entonces, no era consciente de todas las energías de cambio y de transformación que subyacían detrás de cada acontecimiento que se sucedía una y otra vez. No quiero tampoco que el discurso se torne demasiado personal, pero la verdad es que, se podría calificar la situación como verdaderamente dramática.
En ese momento de oscuridad, tristeza, pena y sobrecogimiento, me encontré con Ella. Me topé con una sacerdotisa suya, que me abrió las puertas del Santuario en un momento en el que mi vida parecía destruirse, como la carta de la Torre. Su Santuario y su sacerdotisa y guardiana, me acogieron con los brazos abiertos, y desde el primer momento me sentí formando parte de una familia que poco a poco iba creciendo. La distancia física entre el Santuario y mi mentora, no medraron mis ganas, mi ilusión y toda esta magia inexplicable que estaba funcionando detrás. Se podría decir, que encontrarme con Ella, y con su Santuario tuvo un efecto de bálsamo fortalecedor en mi vida.
Iniciar mis estudios de Primer Grado no solo me formaban como sacerdote de la Tradición Correlliana, sino que me estaban formando como persona. Las lecciones son importantes, pero solo son la base de la que se parte. He aprendido mucho de ellas, pero sobre todo he aprendido de mi maestra y de mis compañeros, que poco a poco se iban sumando a esta gran familia. Pero sobre todo, he aprendido de Ella. De la Diosa Hécate. Me encontré con ella cuando mi vida parecía desaparecer. Mis estructuras caían y ardían, pero justo cuando parecía que todo iba a terminarse, Ella hizo entrada en la escena. Como una madre fuerte y protectora.
Poco a poco, junto a mi mentora, mis compañeros y la Diosa Hécate, fui reconstruyendo mi vida. Surgieron nuevas estructuras, nuevas ideas, pero sobre todo, surgió un nuevo yo, que era deudor de la Diosa, de mi mentora y de este Santuario. Porque sinceramente, no sé qué hubiera pasado sin la entrada de Hécate en mi vida. Ella, la “Perra negra”, la “Señora de los muertos y del Tártaro”. La que porta la llama y es garante del fuego. Ella, la que doblega cuellos erguidos, la feroz y temerosa Hécate, apareció en mi vida en el momento justo. Me sentí verdaderamente acogido por ella, por su sacerdotisa y posteriormente por esta gran familia.
Uno puede elegir caminar solo con los dioses, aprendiendo de los animales, de la naturaleza y siguiendo otros medios. Pero compartir tu camino y tus vivencias con más personas, es muy enriquecedor. Mi paso por este Santuario, que a día de hoy es Templo, ha sido largo, llevándome muy buenos recuerdos y momentos. Y repito, no soy de Sevilla, y tenemos kilómetros que nos separan, pero eso no ha impedido estrechar lazos con esta familia diferente.
Por otra parte, como es normal, uno termina conectando más con unos compañeros que con otros, pero seguimos siendo todos un mismo grupo, acogido bajo una misma maestra, compartiendo un gusto y una devoción especial por Hécate. Somos individuos con libertad e individualidad. Muchos de nosotros hemos tenido la oportunidad de formar nuestros propios Santuarios, pero como Templo, seguimos siendo una sólida y fuerte entidad. En este sentido, siempre me sentiré deudor de mi Templo Madre, y así lo llamo con frecuencia. Templo en el que sigo cursando mis estudios, ahora en Segundo Grado.
Así mismo, muchas cosas han cambiado desde mi ingreso en este Santuario. Ya no solo yo como individuo, sino mi concepción de la Diosa. Entré con la idea preconcebida de que Hécate era una divinidad esencialmente anciana. Con el tiempo, trabajo, estudio y experiencia personal, si me he dado cuenta de algo, es que es Doncella fuerte y férrea por excelencia. Igualmente. Madre tenebrosa y celestial. Mi imagen de Hécate como diosa Anciana, desapareció hace un tiempo y empecé a comprender muchas cosas. Aunque esto, no deja de ser algo más personal.
Esto son solo palabras que muy difícilmente, pueden expresar verdaderamente, mi paso por este Templo, pero en su aniversario, quería dedicarle aunque sea, unas líneas.

Hail Hécate, poderosa diosa de los infiernos, Madre Oscura.

Voces Paganas

Voces Paganas se perfila como un programa radial con un formato fresco lleno de temas de actualidad dentro del mundo pagano.

Esta semana pasada, Lady Ayra Alseret, se sumó al equipo para compartir un rato con ellos y hablar sobre Hécate y el Templo que dirige.

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Sobre las sacerdotisas de Ishtar-Inanna

Tradicionalmente, se ha promovido un polémico debate historiográfico sobre la existencia –o no– de la llamada prostitución sagrada en la Mesopotamia antigua, cuestión que ha llegado hasta nuestros días prácticamente con la misma virulencia que cuando se planteó originariamente, pero que presenta atisbos de una posible conclusión.

Prostitución sagrada

Las prostitutas sagradas, entendidas como una suerte de personal femenino, religioso y cultual adscrito a un templo y a la adoración de ciertas deidades mesopotámicas, cuyo ejercicio de la prostitución estaba socialmente regulado en base a su carácter sagrado -que las distinguía de las prostitutas corrientes profanas–, sigue siendo un tema vigente en la Historia del Próximo Oriente.

La existencia de prostitutas sagradas fue por primera vez formulada por el griego Heródoto (siglo V a.C.), quien en su primer libro de Historias recogía la que, en su opinión, era la costumbre más vergonzosa de los babilonios: toda mujer nativa debía mantener relaciones sexuales en el Templo de Afrodita con un desconocido al menos una vez en la vida, a cambio de una moneda que se convertía en sagrada.

Noticias similares de esta forma particular de prostitución religiosa institucionalizada en varios lugares del Próximo Oriente, aparecerán siglos después en otras fuentes, como Estrabón o el tratado De dea syria, en donde se narra cómo las mujeres de Byblos tenían que raparse la cabeza en señal de duelo ante la muerte de Adonis; aquéllas que rehusaban, debían obligatoriamente «vender su belleza» durante un día, a cambio de una moneda que ofrecerían a Afrodita, diosa griega equiparable a la Ishtar acadio-babilónica, Astarté semita-fenicia.

Algunos autores como Gernot Wilhelm (1990) otorgan cierta veracidad a estas descripciones, dada la existencia del llamado tidennutu («esclavitud por deudas», institución muy popular en la Mesopotamia del II milenio a.C.), entendiéndola como potencial causa de prostitución. Algunas mujeres, convertidas en morosas, podrían ser condenadas legalmente a servidumbre y obligadas a prostituirse en beneficio del templo. Pero al entregarse o consagrarse a una deidad, participarían en cierto modo de su carácter sacrosanto, transformándose en «sagradas» bajo protección divina.

Sin embargo, numerosos orientalistas dudan sobre la fiabilidad de los datos recogidos por autores grecolatinos, pues posiblemente nunca presenciaron los hechos descritos, o simplemente volcarían sus propios prejuicios sobre fenómenos imposibles de verificar en su momento. Asimismo, otros opinan que ciertas descripciones de sacerdotisas participando como prostitutas en rituales tan importantes como el del Año Nuevo, están basadas en malas interpretaciones de ciertos términos lingüísticos y realidades pretéritas.

¿Sacerdotisas prostitutas?

Varias eran las mujeres entregadas al culto supuestamente definibles como «prostitutas sagradas». De la existencia de prostitutas laicas no hay duda, como prueba la terminología: en acadio harimtu, derivado del semítico «excluir»; en sumerio kar-kid, «la que hace los muelles», equivalente a nuestra expresión «la que hace la calle»,… La literatura mesopotámica cuenta asimismo con numerosas evidencias; por ejemplo, la famosa Shamhatu («Voluptuosa muchacha en flor»), la harimtu de la Epopeya de Gilgamesh que fornicaría con el mostruoso Enkidu.

La traducción de shamhatu como «prostituta», cuando realmente significaba en el poema original “muchacha en flor», se perpetuó a través de textos tardíos que lo hicieron corresponder, equivocadamente, con harimtu. Tal identificación de términos que originariamente no implicaban un mismo significado, se debe a una incomprensión posterior de realidades muy diversas.

Las sacerdotisas frecuentemente descritas como «prostitutas sagradas» son, en acadio, la naditu y la qadishtu (en sumerio lu-kur y nu-gig). Naditu (“la sin cultivar”) y lu-kur eran tipos de mujeres consagradas a una divinidad, que tenían prohibido parir hijos (como su etimología indica: «incultivada») aunque podían casarse y adoptar niños. El esposo de una naditu debía evitar mantener con ella relaciones sexuales normales, bien tomando una concubina o bien recurriendo al anticonceptivo más eficaz conocido en Mesopotamia: el coito anal.

Una naditu disfrutaba de amplias libertades en su cultura: según el babilónico Código de Hammurabi, las nadiatu (plural de naditu) gozaban de independencia financiera, pudiendo ser propietarias de bienes materiales y esclavos, y conceder préstamos, síntomas de un status social preeminente.

Las únicas evidencias sobre las nadiatu como prostitutas vienen exclusivamente de fuentes tardías escasamente fiables, que probablemente atribuyeron relaciones de identificación entre términos que, en su sentido original, no eran sinonímicos, dando lugar a malentendidos. Según la crítica actual, los términos naditu y qadištu deben traducirse literalmente como «consagrada» o «sagrada». En esta traducción no hay razones para identificar a tales mujeres con prostitutas. Entonces, ¿por qué este empeño en considerarlas como tales?
Malentendidos intencionados

La hierós gámos («boda sagrada») es la única manifestación abierta de sexualidad en la religión mesopotámica: durante la festividad religiosa del Año Nuevo, el rey sumerio, representando al dios Dumuzi, escenificaba relaciones sexuales con una mujer-sacerdotisa que representaba a la diosa lunar Inanna (Ishtar), simbolizando el enlace divino que permitiría la resurrección anual de la vida y la primavera.

Se desconocen los detalles exactos del ritual hierogámico, pero probablemente su tergiversación malintencionada es la base de toda creencia en prostituciones sacralizadas. Una deconstrucción tardía permitiría releer los roles de nadiatu y qadištu como «fulanas», pues no sería descabellado pensar que una ceremonia en donde se realizaba –o sólo se simulaba– un coito entre el rey/dios y la sacerdotisa/diosa fuera entendido a posteriori por otras culturas, como la judeocristiana, como una versión demonizada de liturgia, en una fase en que la sexualidad pasó de lo sagrado a lo profano debido a los prejuicios patriarcales de los sacerdotes de dichas culturas. Sobradamente sabido es que judíos y grecolatinos consideraban la sexualidad femenina como objeto de represión.

Aquellas culturas, con una moral distinta, y ansiosas por distinguirse radicalmente de los cultos precedentes (“paganos”, ergo demoníacos), reinterpretarían los rituales mesopotámicos bajo una óptica negativa, que rechazaba además a cualquier mujer con poder religioso, como las nadiatu, cuya independencia desafiaba al patriarcado.

Formas de denominar a las prostitutas en lenguas semíticas como la acadia, amtu, o hebrea, qedêsháh o amah, son perfectamente traducibles como “sierva”. Pues bien, en diversos textos bíblicos ambos términos son empleados igualmente para definir a las «siervas de Dios». ¿Se atreverían los rabinos a llamar a sus más devotas heroínas bíblicas “prostitutas”? Sin duda, no. La cuestión se plantea así como resultado de una campaña de difamación contra creencias anteriores, eficazmente ejecutada por judeocristianos y grecorromano

Fuente:
http://www.suite101.net/content/prostitucion-sagrada-en-mesopotamia-a27408