Archivo por meses: marzo 2015

Mandalas, meditación fácil. Por Ayra Alseret

Dice un texto hindú:

hace muchísimo tiempo

existió algo desprovisto de nombre

y cuya forma desconocida

ocultó tanto al cielo como a la tierra.

Al verlo, los dioses lo agarraron

comprimiéndolo contra el suelo,

con la cara hacia abajo.

Una vez arrojado al suelo,

los dioses lo retuvieron pegado a éste.

Brahma hizo que los dioses lo ocuparan

y lo llamó Mandala.

 

Mandalas, ¿qué son?

Mándala es una palabra de origen sánscrito, significa textualmente Círculo. También hay que recalcar que la palabra Mandala, se compone de Manda (esencia) y La (contenedor), algo así como Esfera de la Esencia.

Desde hace siglos han sido usados por los Hinduistas, pero se han encontrado otras representaciones geométricas simbólicas en otras culturas como la de los indígenas de América (Navajos, Aztecas, Incas entre otros) o los aborígenes de Australia.

Sus dibujos complejos y geométricos son reminiscencias del Macrocosmos y el Microcosmos, por lo que son usados para mantener el equilibrio entre el Yo interno y el externo.

Se consideran una de las formas de relajación y meditación mas fuertes en las culturas orientales. Esta técnica de relajación no requiere ninguna disciplina expresa, se trata de colorear según tus gustos.

Es una certeza que los monjes budistas construyen complicados mandalas para conmemorar situaciones especiales, para ello pasan semanas colocando arena tintada y cuando terminan dejan al viento para que los deshaga. Es una forma de trabajar la energía propia.

Pero, ¿para qué sirven?

Los Mandalas ayudan a equilibrar los dos hemisferios cerebrales, el hemisferio racional y el creativo, ya que en un mismo dibujo encontramos figuras geométricas captadas por nuestro lado lógico y colores y dibujos que son captados por nuestro lado creativo.

Además desarrollan la imaginación, el sentido estético y la fuerza vital.

Muchas veces nuestros miedos o preocupaciones no se encuentran en nuestra mente consciente, no somos capaces de dar con el problema que nos cruza en un determinado momento. Al dibujar o colorear mandalas con cierta regularidad podemos hacer conscientes patrones de pensamiento o estructuras mentales y emocionales. Es un sistema de sanación mental, de limpieza de emociones.

Cuando decides dedicar un rato a un mandala estas siendo maestro de ti mismo. El significado de los dibujos que escoges o de los colores dicen mucho de ti.

He dicho ya que tienen mucho que ver con la Meditación, ¿verdad? Prueba a coger uno y obsérvalo. La contemplación del mandala te servirá como guía para meditar.

Vete alejándote de los pensamientos y céntrate en el dibujo.

Al pintarlo deja que tu mente fluya libre sin atarla a ningún lado. Esto se llama meditación libre.

Se trata, en realidad, de un sistema de autoconocimiento.

Sobre las formas…

Cuando lleves un tiempo pintando mandalas, notarás que los colores que usas van cambiando, a veces dependiendo del estado de ánimo.

  • Círculo: el movimiento, el cambio, lo absoluto, el verdadero yo.
  • Corazón: sol, amor, felicidad, alegría, sentimiento de unión.
  • Cruz: unión del cielo y la tierra, vida y muerte, lo consciente y lo inconsciente, la unión de dos aspectos opuestos de nuestro mundo o nuestra personalidad.
  • Cuadrado: procesos de la naturaleza, estabilidad, equilibrio.
  • Estrella: símbolo de lo espiritual, libertad, elevación.
  • Espiral: vitalidad, energías curativas.
  • Hexágono: unión de los contrarios.
  • Laberinto: implica la búsqueda del propio centro.
  • Mariposa: autorenovación del alma. Transformación y muerte.
  • Pentágono: silueta del cuerpo humano. Tierra, agua, fuego.
  • Rectángulo: estabilidad, rendimiento del intelecto la vida terrenal.
  • Triángulo: agua, inconsciente (hacia abajo); vitalidad, transformación (hacia arriba); agresión hacia uno mismo (hacia el centro)

Y los colores…

  • Blanco: nada, pureza, iluminación, perfección.
  • Negro: muerte, limitación personal, misterio, renacimiento, ignorancia.
  • Gris: neutralidad, sabiduría, renovación.
  • Rojo: masculino, sensualidad, amor, arraigamiento, pasión.
  • Azul: tranquilidad, paz, felicidad, satisfacción, alegría.
  • Amarillo: sol, luz, jovialidad, simpatía, receptividad.
  • Naranja: energía, dinamismo, ambición, ternura, valor.
  • Rosa: aspectos femeninos e infantiles, dulzura, altruismo.
  • Morado: amor al prójimo, idealismo y sabiduría.
  • Verde: naturaleza, equilibrio, crecimiento, esperanza.
  • Violeta: música, magia, espiritualidad, transformación, inspiración.
  • Oro: sabiduría, claridad, lucidez, vitalidad.
  • Plata: capacidades extrasensoriales, emociones fluctuantes, bienestar.

 

Terapia del Sonido, por Ayra Alseret

¿Qué es la terapia del sonido?

La Terapia del sonido, es una forma de sanación basada en dirigir el sonido adecuado al paciente para la sanación.

La Música provoca ciertos cambios biológicos, armoniza la respiración o la altera, incide en la presión externa de la sangre, demora la fatiga muscular, aumenta el umbral de sensibilidad, incide -positiva o negativamente- sobre la emoción, el ánimo y los sentimientos, tanto individuales como colectivos, y facilita el acceso a otras formas de percepción y conocimiento.

Para realizarla basta cualquier instrumento, las palmas, los mantras. Todo aquello que suena, vibra y por tanto sana.

La Leyenda del Cuenco.

Izu era un asceta que renunciando a las riquezas del mundo y decidido a encontrarse a sí mismo, se instaló con un cuencos de madera, una cuchara y una vieja túnica en las montañas de la cordillera del Himalaya.
Allí en una árida explanada, cerraba los ojos escuchando los cantos de los pájaros, el sonido de los vientos y el rugir de las aguas de una cascada cercana. Así pasó meses, incluso años. En silencio escuchaba y meditaba las palabras invisibles de los elementos.

Cierto día Izu habiendo alcanzado un alto grado de concentración y llegando a la integración con todos los sonidos que le rodeaban, sintió que su corazón crecía en lo más profundo de su plexo solar. Sentía una presión que le era agradable pero dolorosa al mismo tiempo, tanto que , no pudiendo resistirlo, abrió la boca para gritar, más su garganta no emitió sonido alguno.

La presión seguía creciendo y cuando el dolor era casi insoportable vio frente a sí un gran dragón amarillo que emergía de la tierra. Izu paralizado por el miedo no se movió. El dragón lanzó fuego sobre el cuenco de madera que Izu empleaba para beber y comer, llenándolo de un fluido dorado y convirtiendolo en un recipiente de pulido metal.

Finalmente el Dragón le dijo a Izu: Tú eres la persona que mejor ha sabido guardar en su interior los sonidos de la vida y la muerte, del odio y el amor de la oscuridad y la luz por ello en nombre de los dioses del conocimiento, te hago entrega de este objeto capaz de trasmitir las sensaciones más increíbles, capaz de estremecer tu alma y también tu corazón.

Según cuenta la leyenda, así nacieron los cuencos tibetanos y desde hace milenios han sido utilizados, como prática habitual, en todos los monasterios y Lamserías del Tibet , Nepal y la India.

Existen otros cuencos usados para la terapia del sonido, como veremos más adelante, cuyo origen se situa en la Antigua Grecia, como herramienta sagrada de uso en los templos para ofrendas sonoras.

 

En el principio, como es ahora, era el Sonido.

Una antigua historia india sobre la creación relata que originalmente el Universo no existia como tal, era un gran vacío. El “Vacío” se dividió en masculino y femenino y de estas primeras entidades procedió el sonido del “AUM” (OM). La vibración se extendió, creando y sosteniendo el tiempo y el espacio. Es esta red de energía (sonido) la que sostiene toda la Creación.

Los cuencos del Tíbet emiten el “Sonido de Vacío, el sonido del Universo manifestándose”. Son el símbolo de lo incognoscible y su aleación data aproximadamente del 560-480 a.c.

Sus orígenes y su historia se pierden en el pasado lejano y seguramente es un legado de la religión chamánica, Bon, que existía en el Tíbet varios siglos antes de la llegada del budismo.

En un primer vistazo tal vez los cuencos no parezcan instrumentos musicales, más parecen utensilios de cocina y de hecho esto es lo son, aunque tienen funciones ceremoniales y en la meditación.

Cuando observamos un cuenco tibetano nos daremos cuenta de que algunos cambian en diámetro, espesor y altura, y los bordes también pueden ser parecidos a los de un plato o un tazón chato. A los cuencos se les consideran maestros de las “Cuatro Verdades Nobles” y, como tal, son sagrados. Son instrumentos creados con consciencia e intención y son utilizados como guías en ritos ceremoniales, viajes astrales, el despertar de la conciencia y en la sanación física.

Las Cuatro Nobles Verdades son:

Toda existencia es insatisfactoria

El sufrimiento proviene del anhelo-aferramiento y la ignorancia

El sufrimiento puede ser vencido

La prescripción

  1. Pensamiento correcto (no ceder a los deseos o al odio)
  2. Palabra correcta (no hablar en exceso o inútilmente, no mentir…)
  3. Acción correcta (no matar, robar, herir, violar…)
  4. Ocupación correcta (ganarse la vida de forma digna sin hacer daño a otros)
  5. Esfuerzo correcto (recanalizar los malos instintos y alimentar los buenos)
  6. Atención correcta (estar consciente de los acontecimientos externos, mentales, emocionales y corporales)
  7. Concentración correcta (meditar con aplicación y buena aspiración, sin desear sólo el propio despertar) “

Los cuencos tibetanos más antiguos fueron formados por dos comunidades de monjes y están compuestos de una aleación de siete metales.

Las materias primas las recogían, fundían y purificaban, las forjaban, recalentaban y les daban forma con un martillo. Se cantaban cantos mágicos o Mantras con fines intencionados durante su creación. Los detalles exactos del proceso artesanal se han perdido pero se sabe que la aleación está compuesta de plata (Luna), oro (Sol), cobre (Venus), hierro (Marte) mercurio (Mercurio), estaño (Júpiter) y plomo (Saturno).

Cada metal guarda relación con un planeta y con sus características. El hierro, llamado “el Rayo de los Dioses”, tiene una importante especial debido a su origen en las cimas de la cordillera del Himalaya. Actualmente existen cuencos de 5 ó 7 metales, para el trabajo con ellos se recomiendan los de 7 siempre.

Tradicionalmente los cuencos se utilizan para la meditación y la sanación física y se golpean o se frotan con un badajo. La forma de los cuencos está relacionada con la energía femenina. Los círculos y las formas redondas, así como la concavidad, representan el principio divino femenino, la Gran Madre, la conciencia esférica, el vientre de la Diosa del cual surge todo tipo de vida nueva.

El uso que el pueblo del Himalaya hace de los cuencos, es desde platos para la comida, a vasijas de sacrificios; la vemos también en la cultura celta, de la olla de hierro o el caldero de cobre para cocinar, los cuales eran considerados como símbolos de fertilidad, alimento y abundancia, y como fuerzas transformadora. Los batidores o badajos que se utilizan con los cuencos cantores representan la energía masculina. El palillo fálico representa el principio del Dios Padre, el báculo de la conciencia, la expresión creadora que resulta esencial para la fertilización y la formación de la nueva vida.

La mezcla característica resonancia armónica (sobretono) se utiliza como herramienta de vibración para reducir el estrés, equilibrar los chacras, sincronizar la energía y efectuar una sanación espontánea. Es un medio efectivo para cambiar la conciencia desde el estrés cotidiano hacia un estado de paz y de meditación expansiva.

En su uso tratamos de alcanzar un lugar donde tomamos contacto con el “Acorde Universal”.

Paso a paso (sanando con música)

Partiremos de que no es necesario estar enfermo para recibir el beneficio de la terapia del sonido. Nuestros pensamientos emociones y programación negativos adoptan una forma densa a modo de patrones de energía cristalizados en nuestros campos etéricos. Esos patrones cristalizados van penetrando gradualmente hasta que en última instancia se manifiestan como la enfermedad física en el cuerpo.

El sonido es capaz de disolver estas cristalizaciones o energías potencialmente dañinas mucho antes de que lleguen al cuerpo físico. Los terapeutas del sonido occidentales utilizan una combinación de voz e instrumentos acústicos y sagrados de distintas culturas.

Un conocimiento funcional del sonido, intención, intuición y energía provocará cambios poderosos en cada nivel de nuestro ser. Se trata de una terapia holística que actúa en los estratos físico, emocional, mental y espiritual. Uno de los recursos de sanación por medio del sonido conocidos es la antigua técnica del canto de armónicos, ya sean mantras o vocalizaciones de dos o tres sonidos de distinto tono a la vez.

Antes de comenzar a dar terapia del sonido, es importante conocer el cuenco que tenemos. Los cuencos tibetanos están afinados con el Universo, con el vacío y su expansión.

Para la terapia del sonido, muchos sanadores disponen de cuencos de cuarzo, que se afinan al todo de cada chakra: se corresponde con una nota determinada y a un mantra.

La profundidad del trabajo es la misma con un cuenco tibetano que con varios cuencos de cuarzo.

La filosofía oriental ha correspondido las notas con cada chakra fundamentándose en la vibración de cada chakra y cada nota musical al igual que se complementan con piedras. No obstante los cuencos tibetanos no suelen estar afinados en ninguna nota, ya que suelen estar realizados a mano y su uso es siempre genérico.

Sin embargo los cuencos de cristal o cuarzo siempre están afinados a una nota determinada y necesitaremos los siete para testear.

Vamos a hacer unos esquemas básicos para que lo comprendamos mejor la afinación de los cuencos de cristal o cuarzo:

Chakra Nota Músical Mantra Elemento
1 Fa LAM Tierra
2 Do VAM Agua
3 Sol RAM Fuego
4 Re YAM Aire
5 La HAM Éter
6 Mi OM Éter
7 Si (Silencio) Éter

Esta tabla además nos permite usar otros instrumentos para sanar con sonido, ajustando la nota al chakra asociado con el problema del paciente.

Todos los instrumentos son válidos para la terapia del sonido, incluso en muchos casos, los sanadores utilizan el diapasón para transmitir la vibración directamente al punto donde es necesario y hacer una leve presión. El diapasón también está afinado a una sola nota y su uso es concreto.

Otra técnica de sanación implica encontrar el sonido que sana para cada paciente. En el caso del cuenco tibetano, cualquier cuenco realiza está función. Con otros instrumentos buscamos testeando la respuesta a ese problema, para dar con el sonido sanador.

Es muy importante que el paciente sea consciente de cual es su sonido sanador. Además por su parte el paciente, tiene otras opciones de autosanación con el sonido.

Para ello debemos prestar atención a nuestro cuerpo. Cuando algo duele, emitimos un quejido distinto según el dolor que percibimos, este sonido puede usarse como mantra de sanación, ya que localiza en sí mismo el grado de dolor, de localización y de sensación.

Igualmente es importante el aceptarnos como un ente con varias caras. La sanación acústica del nombre es un buen ejercicio en las terapias de sonido sobre el propio ser, pasado y presente, que nadie salvo nosotros mismos, podemos realizar correctamente. Esto se llama el Canto del Yo.

Todos tenemos diversas facetas en la vida diaria, y no todo el mundo nos conoce por el mismo nombre, es realmente importante sanar cada faceta de la vida. Aceptar que somos plurales y que no somos la misma persona para nuestros familiares, compañeros del trabajo, amigos, conocidos, pacientes…

La terapia del sonido es compatible con todas las terapias de sanación existentes.

 

Cuando nos encontramos con un paciente que necesita recibir esta terapia comenzamos por realizar un diagnóstico. Muchos de vosotros diagnosticais a través del reiki y detectais problemas, el cuenco emite un sonido que “choca” directamente con el cuerpo y lo traspasa, pero allí donde hay una parte no sana, el sonido desaparece. Se usa en los tres planos: físico, emocional y aúrico.

Evidentemente, los cuencos de cuarzo, solo están “programados” para un chakra concreto con lo que necesitaremos siete cuencos afinados con cada chakra para un testeo correcto del paciente. Es mucho menos trabajoso y fácil hacerlo con un solo cuenco.

Para ello colocaremos el cuenco sobre cada uno de los chakras, a tres alturas distintas, prestando atención a la vibración del sonido, porque allí donde el sonido se apaga o es absorvido tenemos un problema.

Algunos sanadores del sonido, combinan la terapia del cuenco con el uso de piedras, ya que estás poseen su propia vibración.

En algunas ocasiones el chakra para ajustarse correctamente no necesita su nota, su color, o su piedra, en ese caso puede necesitar su complementario y para eso testeamos con el cuenco tibetano buscancando la respuesta, como si fuera un pendulo. Realizar la pregunta concreta es lo más complicado, testeamos entonces qué color, necesita, que sonido… En ese caso tenemos dos opciones: sanar con cuencos de cuarzo, o utilizar el cuenco tibetano que es vacío y se dirige por igual a todas las opciones.

Tenemos que tener en cuenta que lo que sana no es la música ni la vibración, sino la intención del sanador y el paciente. Muchas veces, cuando estamos cansados, o abatidos, tendemos a poner música o a cantar, esa intención puesta en la música es sanadora.