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Sobre la invocación a Hermes, por Dani Herma

Como parte de su trabajo de Primer Grado, Dani nos presenta un pequeño artículo sobre las invocaciones tradicionales a  Hermes.

¿Qué es una invocación?

Es un acto de Voluntad mediante el cual se atrae la atención de alguna entidad. Está presente   en todas las creencias religiosas, ya que en todas se pide la ayuda de otros seres que asisten a quien hace ciertos trabajos, rezos o meditaciones. Desde la invocación a Hécate de la Gran Guardia, hasta los rezos propiciatorios de los católicos, pasando por las peticiones budistas para el transito del alma, son invocaciones.

¿Qué necesita?

Para empezar, el conocimiento sobre lo que se invoca y, por lo tanto, cierta familiaridad con   ello. Mientras mayor sea la cantidad de información y mejor integrada la tengamos, podremos tener una noción más clara de que es lo que queremos invocar. Saber como, cuando y porqué se hacían las cosas en la cultura de la que proviene la entidad a invocar es fundamental. Esto nos permite crear una invocación que se adapte a dicha cultura, poniéndonos en mejor sintonía. Como en todo trabajo energético, ajustarse a la vibración propia es un aspecto enormemente importante.

Para terminar una Voluntad entrenada. Todo acto mágico y vital requiere de conciencia plena  sobre la decisión que se toma para que esta sea llevada a la realidad correctamente. La diferencia en el acto mágico es que esta conciencia es más elevada e integra la capacidad de decisión, es decir, la Voluntad. En este estado se tiene la capacidad para realizar la invocación y los trabajos mágicos que deseemos.

Sobre las invocaciones tradicionales a Hermes

El culto a Hermes seguía las pautas de la religión helénica, con actos sociales regidos por  sacerdotes, concretándose en celebraciones como las Hermeas, y en la devoción privada organizada por el pater familiae en la casa. Se le consideraba con dominio sobre la astucia, los límites, la creatividad, la fertilidad, la magia, la medicina, los sacrificios, la adivinación mediante piedras, la diplomacia, la prosperidad, la artesanía, comunicación con las divinidades, caminos y encrucijadas.

Como es razonable entender, se acercaban a su culto aquellas personas interesadas en ser  «bendecidas» en esos ámbitos. Esto podía acercar a personas muy diferentes a su culto; desde  buhoneros hasta un zapatero o un ladrón.

Hay cinco aspectos que convendría destacar de cara a una invocación realizada a una entidad  del mundo heleno. En primer lugar, la higiene. Todos los actos espirituales, especialmente si conllevan el contacto con cierto tipo de entidades, conllevan un ritual previo de purificación.

Lavarse las manos y la cara (al menos) forma parte del ritual habitual. Segundo, arrodillarse o postrarse en señal de humillación era visto como algo «cateto» en el ámbito urbano. Tercero, la posición de las manos es fundamental. Según las entidades sean «olímpicas» (que habitan el Olimpo) o «ctónicas» (es decir, de las profundidades), las palmas de las manos deberán ser dirigidas hacia el «Olimpo» o hacia el suelo. Cuarto, los epítetos. Llamar a una divinidad, como es el tipo de entidad al que corresponde Hermes, es atraer a la propia presencia a un aspecto de la realidad a la que le hemos dado una máscara cultural y un nombre. Por eso mismo, este aspecto está dividido en otras facetas menores y mucho más precisas. Llamar a «toda la masa», además de agotador, puede resultar menos eficaz que invocar a la divinidad con el epíteto que le corresponda para la función que necesitamos. Quinto y último, las ofrendas. No es necesario ofrendar algo en las invocaciones, queda a criterio de quien la realice el hacerlo. En cierto modo, todo lo que envuelve a una invocación es una ofrenda , ya que todo se orienta para crear el clima propicio para entregarlo al contacto con la Divinidad. Más allá de eso, se pueden dar cosas concretas. Estas deben estar en consonancia con tradición de «los gustos» de la divinidad acerca de las ofrendas, normalmente relacionada con su mitología y sus ámbitos. Frecuentemente, en la cultura helena, las libaciones de leche con miel suele ser una ofrenda generalizada y bien aceptada.

Concretando en Hermes, diríamos que deberíamos acudir aceptáblemente limpios a realizar  la invocación, manteniéndonos en pie, con las manos «orientadas hacia el Olimpo», con el epíteto de «psicopompos» («guía de almas»), y en este caso ofrendando una libación de leche con miel y una moneda de 5 céntimos en representación de un óbolo.

Invocación para Hermes como guía de almas

Hermes del plácido caduceo,

de los pies alados,

de la lengua de plata.

El que porta la sutileza

del sueño y el alma.

Hermes psicopompos,

pastoreador de ánimas.

Astuto que conoce los caminos

de las tierras subterraneas,

Hermes psicopompos,

pastoreador de ánimas.

Maestro de los secretos

sepultados en palabras.

Hermes psicopompos,

pastoreador de ánimas.

Amigo de la humanidad,

repite tus hazañas.

Hermes psicopompos,

pastoreador de ánimas.

Escucha mis ruegos,

atiende a la necesidad en mis palabras.

Este alimento es para el camino [se liba la leche con miel],

esta moneda para la barca [se entrega el céntimo].

Queda pagado el peaje,

queda la cuenta saldada,

Conduce este espíritu

a la seguridad de su nueva morada.

El lobo: El apoyo de la manada; Rvdo. Tiné Estrella de la Tarde

 

 

Si hay un animal, con el que a día de hoy, sigo trabajando y me sigue imponiendo un respeto monumental, ese es el lobo. Desde siempre, he sentido temor. Pero un temor inexplicable, un temor especial. Siempre he tenido pesadillas con éste animal, desde mi infancia. Hasta que un día decidí trabajar con el espíritu del lobo. Pues aunque me inspiraba terror, sabía que tenía que indagar en él. Curiosamente, éste animal, ha representado en mi vida dos grandes cosas. Una que ya descubrí en su momento. Y la otra, sigo tratando descubrirla.

A mi parecer, es uno de los animales más difíciles con los que trabajar. El trabajo es personal, sí. Y en mi caso, ha supuesto un verdadero esfuerzo que no sabría ni explicar.  El lobo llegó a mi vida, en un momento puntual, para hacerme saber, que si estaba pasando una mala racha (que la estaba pasando) ésta la debía afrontar con fuerza, con sabiduría y con inteligencia. No vino para decirme que mi suerte iba a cambiar o que la situación mejoraría. Por el contrario, la situación empeoró algo más. Pero venía para enseñarme, que, aunque pasase malas rachas, aunque las cosas parezcan empeorar cada día más, era la ocasión perfecta para acercarme más a los míos, tanto familiares, como amigos. Momento clave para darme cuenta de la manada. Momento clave para darme cuenta, que el individuo, solo y solitario, no tiene la misma fuerza. La solidaridad de la manada, el fortalecer los lazos sociales, las bases familiares fueron  la clave para pasar todo aquello. Incluso a día de hoy, sigo recordando y aplicando su lección. También me mostró que la verdadera felicidad no está en lo material, sino que se encuentra entre los nuestros, entre nuestra familia, nuestros seres queridos, nuestros amigos. En nuestro interior.

Ni la desesperación, ni el dolor. Ni las ganas de rendirse. Ni la continua sucesión de problemas, es excusa para rendirse. El lobo no se rinde, y con valor, fuerza y ayuda de su manada persevera hacia el bien común.

Aún sigo trabajando con éste animal. Es más, me he dado cuenta que cuando dejo de trabajar con él tan regularmente, sigo sintiendo ese temor inexplicable. El acercamiento a este animal nos dice mucho de nostros. En mi caso, trajo mensajes que no quería ver, pero que estaban ahí. Pero  al aceptarlos, pude correr libremente entre los bastos bosques. Sintiendome verdaderamente libre sin ser tachado de  «bestia».

Así pues, esta es mi pequeña experiencia con el trabajo de éste animal. Y sé que no ha acabado aquí, porque aún tengo muchísimo trabajo con él.

Fuente: http://evenstarlight.wix.com/